Cusco, la antigua capital del Imperio del Tahuantinsuyo, que en quechua significa “ombligo del mundo” es uno de los contados lugares en el mundo capaz de complacer a cualquier viajero, ya sea aficionado a la arqueología e historia, amante de la naturaleza o apasionado a los deportes de aventura.

Ciudad mestiza, andina y colonial, denominada “Capital Arqueológica de América” y declarada por la UNESCO “Patrimonio Cultural de la Hunamanidad”, fue en sus inicios un imperio casi tan vasto como el Imperio Romano, la nación Inca estaba comunicada por un sistema de caminos de más de 23.000 km. Cusco fue considerada como centro del antiguo Mundo Andino, además de ser un importante centro de peregrinaje y culto. La ciudad fue edificada en una colina, cuya parte alta estuviera ocupada por la gran construcción de Sacsayhuaman, adoptando la forma de cabeza de un puma, símbolo religioso de fortaleza. Entre dos ríos que limitan la ciudad, los antiguos Incas construyeron sus palacios, sus plazas, calles y edificios públicos, que aún se mantienen hoy, el oro abundaba y era usado frecuentemente tanto para la ornamentación de sus construcciones, como para sus utensilios sagrados y vestimenta del Inca.

La conquista dio a la ciudad un aspecto diferente, los españoles erigieron aquí una de las ciudades más hermosas de América. Los alarifes indios y mestizos plasmaron no sólo un nuevo concepto del arte europeo, crearon la mejor y más productiva escuela de arte del Nuevo Mundo: La Escuela Cusqueña de Arte y Pintura.